Copiar y destruir: cuando lo propio se vuelve imprescindible

Crear no es solo producir algo nuevo: es ponerle a eso una huella, una voz, un pulso que nos pertenece.
Copiar sin impronta, en cambio, es repetir lo ya hecho sin arriesgar nada de una misma. Es quedarse en la superficie, sin dejar que nada íntimo florezca.

La artista Marina Abramović dice que “el arte auténtico nace del riesgo”. Copiar es, entonces, no arriesgar nada.
La escritora Simone de Beauvoir lo enuncia desde otro ángulo: “Una vida auténtica solo es posible si se la asume como un proyecto propio”. Copiar es vivir prestado, sin proyecto, sin raíz.
Y como recordaba nuestra mentora: “Cuando copian, la persona creativa ya está en otra cosa. Copian una versión vieja”.

La copia no tiene futuro, porque no tiene raíz.
Lo que no nace de nosotras no puede crecer ni sostenerse en el tiempo.

La voz propia como camino

La escritora Julia Cameron, en El camino del artista, insiste en que la creatividad no se trata de talento, sino de permitirnos escuchar nuestra propia voz. Copiar, entonces, no es solo imitar: es silenciar esa voz que nos pertenece y cederle el poder a otra.

Y como escribe Florencia Freijo en Mal Educadas: “La autenticidad no es un lujo, es un derecho. Pero para ejercerlo tenemos que incomodar estructuras y mandatos que nos quieren dóciles y repetitivas”. Copiar es aceptar ese mandato; crear lo propio es rebelarse contra él.

El odio anónimo en redes

Junto a la copia, aparece otra forma de vacío: el insulto agresivo, anónimo, que busca destruir lo que otras construyen.

La filósofa Judith Butler habla de la violencia del lenguaje como un intento de borrar la existencia del otro. El insulto en redes funciona así: es violencia simbólica, una forma de despojar de valor a lo que incomoda.
La socióloga Zygmunt Bauman definía la modernidad líquida como un tiempo donde la fragilidad de los vínculos deja espacio a la hostilidad: lo efímero, lo descartable, lo impersonal. Insultar desde el anonimato es justamente eso: usar un vínculo falso para destruir.
La psicóloga Brené Brown lo señala con claridad: “La crítica sin vulnerabilidad es vacía”. Los haters no arriesgan nada propio; se esconden, sin mostrar ni crear.

En el fondo, ambas actitudes —copiar e insultar— nacen de lo mismo: la incapacidad de conectar con lo más humano que tenemos.
Porque crear, amar, solidarizarnos y tener empatía son gestos profundamente humanos.
Quien no puede habitar ese lugar se queda en la orilla de la vida, repitiendo y destruyendo.

Lo auténtico se sostiene

Lo verdadero, en cambio, se sostiene porque nace de un deseo propio, de un riesgo asumido, de un proyecto compartido.
Ahí están las mujeres que se unieron a esta primera edición de la membresía, con ilusiones y ganas de tejer un espacio nuevo.
Ahí está cada palabra escrita con convicción, aunque incomode.
Ahí está cada creación que no busca agradar a todes, sino ser fiel a sí misma.

Copiar y destruir es fácil, pero no dura.
Crear y sostener es difícil, pero es lo único que transforma.

Marian | #lasauroras

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