Carl Jung llamó Sombra a esa parte de nosotras que permanece oculta, negada, olvidada. Lo que no nos gusta de nuestro carácter. Lo que nos da vergüenza. Lo que la infancia nos enseñó a esconder para ser queridas.
Pero también lo que anhelamos y no nos permitimos. El deseo, la potencia, la rabia justa. Todo lo que fue señalado como «demasiado» o «incorrecto».
La sombra no es algo malo. Es una parte de nuestra humanidad. Y aunque la ocultemos, no desaparece. Se filtra en nuestras decisiones, en las historias que repetimos, en los vínculos que elegimos.
Por eso muchas veces nos sorprendemos haciendo o diciendo cosas que prometimos no repetir. Porque el inconsciente tiene memoria. Porque la sombra habla cuando no la escuchamos.
¿Y si en lugar de negarla, la miramos?
El tejido, la escritura, el compartir con otras pueden ayudarnos a traer luz. A mirar con más ternura lo que también somos. A preguntarnos:
- ¿Qué historias de mi infancia todavía repito?
- ¿Qué emociones me cuesta mostrar?
- ¿Qué partes de mí suelo esconder para pertenecer?
No se trata de juzgarnos. Se trata de conocernos. De hacernos responsables sin culpas. De empezar a elegir distinto.
En Desmadejadas, tejemos para ver. Y cuando vemos, podemos empezar a narrarnos de nuevo.
Siempre me pregunto cómo es que las herramientas que hoy conozco se fueron incorporando a mi vida. Ha sido un largo camino de búsqueda y de evolución. He dado saltos hacia adelante, hacia atrás, y hacia cualquier lado. Luego, he vuelto hacia adelante. Mi adelante no es el tuyo y es único en el camino de cada una. Así son esas herramientas que hoy intento transmitir.
Esta semana ha tenido Dias complejos. Son días de bloque negro, como llamo yo a mis días malos. Es un bloque inquebrantable. Una de esas tantas herramientas me ayudó a salir: el yoga.
Una de las clases de esta semana cerró con un mantra. Fue la clase que compartimos en Desmadejadas. Azu, la profe, explicó que era un mantra de sanación. Me concentré tanto en ese canto. Terminé realmente pensando dos palabras a sanar. Unas imágenes vinieron del fondo de mi ser y me hicieron llorar mucho. Apaqué el zoom y al rato me sentía muchísimo mejor. Me obligué a hacer yoga. No tenía ganas. Tenía otras cosas que hacer. Pero como siempre que puedo (porque claro, a veces no podemos), me llevé al mat. Sé con certeza que hace bien. Gracias a ese esfuerzo de voluntad y al conocimiento de las herramientas, logré superar mi día negro. Rompí el bloque. Es un montón.
Cada día es un desafío para cada una de nosotras, hay días de todos los tipos y todas lo sabemos. Ir por la vida en modo Desmadejada es ir buscando, encontrando y poniendo en acción.
Vamos compartiendo algo también por acá y si tenes ganas de escribirme y compartir feliz de leerte.
Marian