Lo que leemos en voz baja: entre lo propio y lo compartido

El final de agosto trae un aire distinto. La tierra huele a renacer, los días se estiran, la primavera empieza a insinuarse. Esa vibración de lo nuevo también se siente en el cuerpo, aunque a veces no sepamos ponerle nombre. Difícil de describir lo que me producen los aromas en los cambios de temporada… ese aire que entra por la nariz y recorre mi cuerpo hasta la panza y al llegar ahí se hace nudito de nostalgía… cómo expresar la nostalgía. Le conté a Aurora esto mientrás la llevaba al cole esta semana y me preguntó: por qué nostalgia ma?… difícil explciar que el pasado, por ser pasado en sí, a mi me provoca nostalgia.. o quizás sea porque viene de muchas muchísimas primaveras atrás… no sé… sólo siento, con el olfato, con la brisa, con la piel y el cuerpo, raras veces me pasa que algo lo sienta en el cuerpo y no lo pueda racionalizar, será por eso la intensidad que me provocá está extrañeza, esta incomodidad, será por eso también que se repite cada fin de verano y cada fin de invierno y me trae la nostalgía de un no se qué, sólo sé que ya pasó…

En estos días compartí en las historias un libro que me impactó: Porque volvías cada verano, de Belén López Peiró. Lo empecé como un desafio y un chiste «solo me falta empezar este y está toda la pila empezada y son 8» le dije divertida a mi hija. Lo empecé y lo terminé de un tirón 3 hs más tarded, yo sabia que algo así sucedería pero era una deuda con migo misma y con todas leerlo, lo pospusé años y cuando llegó fue como lo esperaba -una piña- Un texto crudo, necesario, que incomoda y abre preguntas. No es un libro del Club, no es parte de los proyectos que tejemos juntas. Es una lectura mía, personal, elegida desde mis propias militancias, desde mis tiempos que no buscan ser productivos.

Porque hay libros que se leen en voz baja, solo para una. Hay elecciones que no se explican ni se venden ni se comparten como parte de un trabajo. Son, simplemente, parte de mi trama íntima.

No todo lo que leo se vuelve propuesta. Y está bien que así sea. Porque también necesitamos reservarnos un tiempo para nosotras: para leer por placer, por rebeldía, por memoria, o simplemente porque sí.

En septiembre, el Club abre otra etapa: con una recomendación de lectura pensada para todas, con dos proyectos deliciosos de crochet para estrenar aguja, con la nueva plataforma de membresía que nos dará más orden y cercanía. Allí, sí, habrá material para compartir, aprender y crecer juntas.

Pero entre lo compartido y lo íntimo siempre queda un espacio para recordar: somos más que lo que producimos, más que lo que mostramos. Y cada elección de lectura, de tiempo, de silencio, también es una forma de militancia.

Estamos al borde de la primavera. Quizás la invitación de este tiempo sea ésa: florecer hacia afuera, pero no olvidar lo que elegimos guardar para adentro.

Marian | #lasauroras

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